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Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 10, 34-11,1

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz, sino espada. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.

El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mi; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mi no es digno de mi; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mi. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mi, la encontrará.

El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo.

El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, sólo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa».

Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

Reflexión del Evangelio de hoy

Explotados, perseguidos y liberación

En la primera lectura se recogen los primeros versículos del libro de Éxodo, libro muy importante para conocimiento de la historia del pueblo escogido y también para su religión. Comienza haciendo un breve recorrido de cómo se encontraba el pueblo después de la salida de José de Egipto y del cambio de Faraón.

El pueblo había crecido mucho y por mediación de José (hijo de Jacob, vendido por sus hermanos) habían adquirido las mejores tierras, y los egipcios, por enviada y órdenes del Faraón, cambiaron las condiciones vitales para los hebreos. Nos relata las medidas de represión que tomaron contra ellos. Esclavitud, excesiva dureza en el trabajo matanza de todos los que podrían nacer. Dios interviene y narra la liberación de Moisés de la muerte. Después el libro continúa con la historia de Moisés.

Es interesante la historia y lo acontecido con Moisés, pues no sólo es una historia nacional de Israel, sino sobre todo una historia personal. Dios le escoge para liberar a su pueblo. ¿Por qué yo? Hombre lejos de Egipto, lejos de los hijos de Israel su pueblo, sin ninguna autoridad, proscrito por los egipcios. ¿Por qué yo? Un misterio divino, como también hoy sucede.

De todo esto, en el Nuevo Testamento hace alusión, no sólo en la Pascua, como la fiesta de la liberación, de la muerte, del castigo y de la esclavitud del pecado. También la huida a Egipto, algo que el pueblo de Israel tenía que haber descubierto, pero no lo comprendieron ni aceptaron. Jesús se nos presenta como el Enviado de Dios para conducir a su nuevo pueblo, al pueblo de Dios, pero no lo aceptaron.

Palabras sorprendentes, palabras de renuncia y palabras de acogida

Las palabras el Evangelio, resultan sorprendentes, por no decir raras. A nuestro lenguaje actual, y, sobre todo, en palabras de Jesús, resultan incomprensibles y dudosas que sean palabras de Jesús. A primera lectura, parece algo contradictorio, pues el príncipe de la paz, nos dice que ha venido a producir enfrentamiento y violencia, además con los más cercanos. ¿Será verdad aquel dicho, que el que más te quiere te hará llorar?

Pienso que Jesús, aquí, nos quiere invitar a poner nuestro interés, nuestra capacidad en centrarnos en su actuación y en sus palabras. Actuación y palabras que nos ayudan a descubrirle a Él, como aquel que debe centrar nuestra atención a la hora de actuar para dar sentido a la vida. Es verdad que también necesitamos la ayuda de los padres y de los hermanos y demás familiares. Lo que intenta Jesús enseñarnos es que por seguirle a Él no puede haber enfrentamiento entre los familiares. Pero si lo hay ¿Qué hacer? Y esto se está dando hoy día.

Por eso viene la invitación a no romper el amor, sino todo lo contrario, a acoger, dar, darse y darte para que ese amor se haga realidad en nuestra vida. Dios hace realidad cada día su amor hacia nosotros. Él nos ha concedido su gracia para acoger ese amor y hacerlo realidad en nuestro existir diario. Jamás puede invitar a romper ese amor que nos debemos, porque Él nos amó primero. Esta invitación a acoger ese amor como lo central de nuestra vida.

Tomado de: https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
Autor: Fr. Isidoro Crespo Ganuza O.P. – Convento de S. Valentín de Berrio Ochoa (Villava)

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