En aquel tiempo, dijo el Señor:
«¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes?
Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de:
“Hemos tocado la flauta
y no habéis bailado,
hemos entonado lamentaciones,
y no habéis llorado”.
Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís: Tiene un demonio; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Mirad qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.
Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón».
PALABRA DEL SEÑOR…
REFLEXIÓN.
Hoy, Jesús habla sobre la generación de su tiempo, comparándola con niños que se quejan y no se contentan ni con el lamento ni con la alegría. Esta parábola refleja la dificultad que aquellas personas tenían, para reconocer y aceptar la verdad, ya sea a través de la austeridad de Juan el Bautista o la alegría del propio Jesús. Desde una perspectiva teológica, el evangelio nos invita a reflexionar sobre la apertura del corazón y la mente ante el mensaje de Dios. A menudo, buscamos señales o pruebas que se ajusten a nuestras expectativas, y cuando no las encontramos, no comenzamos a cerrar a la verdad. La invitación entonces es a abrirnos a la experiencia espiritual y a reconocer que Dios puede actuar en maneras que no siempre comprendemos.