En la reciente XXIX Jornada Mundial de la Vida Consagrada, la Conferencia Latinoamericana de Religiosos (CLAR) reflexionó sobre los desafíos más significativos que enfrentan los consagrados en la región. Este año, dos temas destacaron particularmente: la represión en Nicaragua y el drama de la migración masiva.
El 2 de febrero, Fiesta de la Presentación del Señor, la Iglesia Católica celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, instituida en 1997 por el Papa San Juan Pablo II. Este año, la CLAR emitió un comunicado en el que se aborda el difícil contexto de los consagrados en Nicaragua. Dos monasterios de Hermanas Clarisas fueron desalojados de sus hogares, interrumpiendo su paz evangélica debido a la represión del régimen dictatorial. Las religiosas, obligadas a abandonar su vida sencilla, austera y libre, ahora encuentran refugio en la solidaridad de sus hermanos.
El comunicado también destacó la problemática de la migración masiva en la región. Cada día, centenares de migrantes emprenden un éxodo forzado por la intransigencia y soberbia de quienes no reconocen en el distinto a un hermano. La CLAR enfatizó el trabajo incansable de los religiosos en los albergues de frontera, donde se ofrece alimento y refugio a quienes buscan un futuro mejor. Estos lugares se han convertido en “casas que se ensanchan” para acoger y sostener a los más vulnerables.
El comunicado concluye con una reflexión sobre la vocación de los religiosos, invitándolos a preguntarse dónde encuentran plenitud y sentido, y por qué su apostolado los lleva a estar donde la vida está amenazada. La presidencia de la CLAR hizo un llamado a celebrar y agradecer la vocación profética, renovando el deseo de vivir en fidelidad.
