En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».
HOMILÍA
No hace falta fijarse mucho para darnos cuenta de que estamos haciendo todo lo contrario de lo que nos dice Jesús en el evangelio de hoy. Hace días que comenzó la carrera del consumismo navideño, Black Friday, luces y decoraciones navideñas (por cierto cada año comienzan antes…), reservas de comidas de empresa, etc. Jesús nos dice: “no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida” ¿Y qué hacemos nosotros?
Para que este Adviento no pase este año por nuestra vida sin pena ni gloria, humildemente, creo que deberíamos prepararnos así:
+ Buscando tiempos entre unas actividades y otras de cada día, en la medida de nuestro trabajo y de nuestro tiempo libre, para dedicarnos a nosotros mismos, para hacer una pausa y crecer a nivel personal: orando, reflexionando, escuchando música, leyendo, dejándonos interpelar por la realidad, trayendo a nuestro recuerdo tantos rostros cercanos y amigos lejanos.
+ Meditando, entrando en nuestro interior para hallar y sentir a Dios. Eres imagen y semejanza de Dios, todavía más, eres un hijo de Dios. Por eso si quieres vivir en esperanza suelta todo lo que desdibuja esa imagen y déjate llenar de su amor.
+ Permanece abierto a la novedad de lo que pasa ante ti cada día: porque tus días están preñados de Dios. Lo tienes dentro y a tu lado, no como tú lo imaginas o deseas que venga sino como Él es: encarnado, humilde, sorprendente. Abre tus ojos a la realidad de su paso.
+ También debemos cuidarnos para poder cuidar. Descansemos, cuidémonos y dejémonos cuidar, incluso pidamos el cuidado de los demás cuando lo necesitemos. Dejemos espacios para distanciarnos de los problemas, para respirar y que no nos agobien, para poder observarlos bien, discernir y tomar así la mejor decisión.
+ Los momentos de reflexión no nos pueden desligar de los demás, muy al contrario: debemos visitar, quedar para tomar una cerveza, hablar por teléfono, enviar un mensaje por whatsapp a las personas que quiero, que están mal, que sé que me necesitan. Necesitamos hablar más con los vecinos, con la gente que vemos que lo está pasando mal. Debemos aproximarnos, hacernos prójimos.
+ Ni tampoco podemos desentendernos del mundo que nos rodea. Tenemos que intentar hacer todo lo que podamos por los demás, interesándonos por los problemas de la gente, buscando soluciones colectivas, o personales si soy yo quien tengo que optar y comprometerme en algo concreto.
+ Debemos buscar momentos de celebración, de diversión, de comunicación, de intimidad, para reforzar la mística de la fraternidad, de la humanidad, del encuentro, de la fiesta, del dolor o de la alegría y el gozo compartido de estar juntos.
+ Y aceptándonos humildemente como somos, vulnerables, con un carácter y una forma de ser muy concreta, personal. Y a la vez, potencialmente creativos, solidarios, transformadores de la realidad que nos rodea. Solo así construiremos un mundo mejor, más fraterno, justo y en paz. Un mundo nuevo y necesario.
+ Que se hará realidad esperando contra toda esperanza, pero con una espera activa. Porque el yo narcisista necesita romper con una dinámica de aislamiento y pasividad, para entrar en un nuevo yo contemplativo, dinámico, fraterno, compasivo, lleno de ternura.
+ Solo así llegará a su plenitud el Adviento. Solo así aprenderemos a esperar la llegada de la Navidad, de la Vida en plenitud, viviendo con enorme alegría, pero la de verdad, no la de borrachera.
ACTO DE RECONOCIMIENTO
Dios no tiene que venir de ninguna parte. Dios ya está dentro de nosotros, se manifiesta en las cualidades que nos ha dado. ¿De dónde crees que salen esas ganas tuyas de ser bueno, honrado, sincero, trabajador, justo y generoso? Le damos gracias por ese parecido con el Creador que llevamos dentro. Y nos comprometemos a no renegar de ese “precioso fondo”.
Gracias Señor por el don de la esperanza, que tiene su fuente en saber que siempre estás a nuestro lado y que en tu Casa tenemos ya un sitio reservado. Queremos comprometernos a vivirla y compartirla con los hermanos. Por eso te decimos: Nos comprometemos Señor
Gracias Señor por el don de la alegría, la alegría de sentirnos queridos por Ti, y la alegría de sentirnos queridos por los hermanos y de quererlos nosotros a ellos. Queremos acrecentar esa alegría y difundirla. Por eso decimos: Nos comprometemos Señor
Gracias Señor por el don del amor, el que tú nos manifiestas en nuestro interior y nos impulsa a comunicar con nuestro comportamiento hacia los demás. Por eso decimos: Nos comprometemos Señor
Dios Padre Amoroso TIENE misericordia de nosotros, comprende nuestros fallos y nos guía de su mano a la vida eterna. Amén.